TW: Mención alternativa a la autolesión.
Anoche soñé golpes constantes,
inquisidores sin rostro en mi puerta.
Quizá estaba abriendo los ojos,
quizá me estaba despertando
de un sueño turbio que duraba
años. No lo sé, qué más da.
No me encuentro bien, les digo.
Se decreta la ley de hielo.
El círculo blanco resbala bajo mi lengua.
Sabor amargo, no se parece a la luna.
Uno, dos, tres. Siempre intento que no sean más de tres.
Ya -ahora- no deseo morir por lo que duele.
Pintura naranja marcando la rabia en mis brazos.
No la elijo escarlata, la quiero para que supure el escozor,
recordándome amaneceres con la fuerza ancestral de las tigresas.
Necesito que deje de dolerme, tanto como necesito la vida.
Porque ahora sé que hay vida tras los cristales empañados,
tras la crisis, tras la huida, tras la brecha.
Y os juro que la quiero -y quiero quererme-
con la fuerza de todas mis
calmas y todas las tormentas que han sido herida.
No me encuentro bien, les digo.
Se decreta la ley de hielo.
Mármol contra el que soñar en lugar de abrazos a tiempo.
¿En qué momento se me apagó el aroma a hogar del pecho?
Este cuarto es una caja de cartón en la que apenas entra el aire.
Escondite para poemas rotos y trastos viejos.
Soy alguien que ya no pertenece a este lugar,
miro hacia arriba y muerdo el techo para que me quepan las sonrisas.
Anoche soñé golpes constantes,
inquisidores sin rostro en mi puerta.
Rompí los cerrojos y prendí fuego a la almohada.
Sí, me he despertado
de un sueño turbio que duraba
años. Voy a derretirlo todo.